Natxo Alonso-Alberca

Natxo Alonso

Cuando era pequeño me fascinaba todo lo relacionado con el cielo y con el espacio. Quería ser piloto y, más aún, astronauta, así que cuando me llegó el momento de ir a la universidad me matriculé en Ciencias Físicas con la intención de dedicarme a la Astrofísica.

Siempre se me habían dado bien las Matemáticas y las disfrutaba como si fuesen un juego, y en la carrera descubrí que la mezcla de Física y Matemáticas me producía “mariposillas en la tripa”. Así, mis ganas de Astrofísica se transformaron en ganas de teorías, ecuaciones, lagrangianos, tensores… Descubrir la Relatividad General y la Teoría de Campos fueron dos de los placeres más grandes que he encontrado en Física y me impulsaron a realizar mis estudios de doctorado en el IFT UAM-CSIC, un entorno brillante y lleno de talento. Soy una persona inquieta, lo que me ha llevado a trastear con los agujeros negros, la supergravedad, los escenarios tipo Randall-Sundrum y otros bichos extraños que pueblan esta disciplina. Mi tesis versó sobre las teorías de supergravedad gaugeada/masiva y su origen desde 11 dimensiones, y fue un trabajo emocionante que desarrollé junto a Tomás Ortín, director de mi tesis, mis “hermanos mayores” Patrick Meessen y Bert Janssen y mi “hermano gemelo” Ernesto Lozano-Tellechea, además del grandísimo Enrique Álvarez, todos ellos científicos extraordinarios y compañeros sabios y generosos.

Pero no sólo me interesaban las magias y rarezas de la Física Teórica. También me fascinaba la Educación, así que estudié Magisterio
Infantil y, dos años después de terminar la tesis, dejé la investigación científica (no sin pena) para dedicarme a trabajar con niños.
Estudié también un Máster de Diseño e Innovación, y con las herramientas y habilidades propias de la investigación, por un lado, y de la innovación, por otro, en la actualidad me dedico a la docencia en la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la UAM y a desarrollar proyectos de innovación educativa (LOVA, Design for Change, EducaSáhara…) Y tengo que confesar que siempre echo de menos las pizarras llenas de fórmulas:)